jueves, 27 de marzo de 2014

El ritualismo y el paisaje: algunas reflexiones.


Existe un claro vínculo entre la geografía, el poblamiento y la economía. Sobre estas bases se desarrollarán vínculos sociales, ideológicos y culturales, que están indisolublemente unidos al paisaje, que se puede definir en este caso como el medio para la vida de las sociedades.
Si esto es así, en un lugar con un paisaje especialmente característico, con un clima y orografía muy propios, más indisolubles serán esos vínculos de lo ritual con el paisaje. Tal es una de las características de la historia de canarias.

El macro espacio
En primer lugar, debemos relacionar el ritualismo canario con el africano. Si bien es cierto que la expansión del islam ha borrado muchos elementos culturales del África más cercana, encontramos muchos paralelismos, desde el Sáhara hasta Etiopía: Los Grabados del barranco de Balos presentan similitudes con la de los santuarios naturalistas de la fecundidad femenina de la Cabilia bereber. La misma epigrafía líbico-bereber, o (si tuviéramos un buen contexto arqueológico) los idolillos que pueden relacionarse con otros ámbitos culturales bastante parecidos.
Esto quiere decir que al menos en un primer momento, la vinculación de los elementos culturales en el paisaje canario debiera hacerse sobre la base de la existencia en la memoria cultural de esos pueblos de un paisaje anterior, el africano, que conlleva una forma distinta de relacionarse con el paisaje, así como una distinta explotación de los recursos. Gaspar y González por ejemplo interpretan el Roque Bentaiga como un símbolo fálico o un rostro; quizás debamos plantearnos en primer lugar el choque de una población que tuviera un precedente cultural, siendo sociedades vinculadas a la zona del Atlas, por ejemplo.
De igual modo, no se puede reducir el paisaje a los elementos orográficos, pues estos están inscritos en un clima, además de en otros elementos de distinto signo, como el sol y la luna (representado hasta la saciedad en infinidad de culturas agrícolas-ganaderas). Así, se interrelacionan geografía, clima, paisajes canarios y africanos, amén de muchos elementos, comunes o no.  Así, Tejera Gaspar relaciona el Roque Bentaiga con el círculo lunar, y en palabras de Ernesto Martín “Cuando la variabilidad atmosférica comporta cambios negativos en la secuencia climática anual y estos afectan directamente al poblamiento humano y a sus estrategias productivas, se genera un sentimiento de impotencia que se canaliza hacia la religión y la magia, en busca de soluciones sobrenaturales a problemas sobre los que no se tiene ningún control.” La relación se muestra entonces clara.
Asimismo, la inserción de los yacimientos en un contexto más amplio puede ofrecernos interesantes hipótesis. Siguiendo a dichos autores, “en el Bentaiga parecen concurrir una serie de características morfológicas y geográficas que lo distinguen entre otras cosas, por encontrarse en la zona central de la isla-que puede coincidir con el axis mundi en la cosmogonía de los canarios-” Si bien arriesgada, es una hipótesis válida al alcance del estudio del paisaje en relación con los ritos.
De igual modo, el pancanarismo que se puede rastrear a partir del rito (que no de sus huellas materiales) debe entenderse como resultado de un modo de vida similar (no solo a un  mismo tronco cultural) en cuanto a la explotación del territorio desde un punto de vista macroeconómico, mientras que esas diferencias materiales responden a las distintas orografías concretas, a los micro espacios de las islas. Se relacionan de este modo a través del rito el macro espacio y el micro espacio o el yacimiento concreto, que forman el paisaje.

El micro espacio: los materiales, la disposición.
El contexto particular del yacimiento es fundamental para entenderlo. De igual modo, la disponibilidad de recursos vinculado a él determina en muchos la apariencia y utilidad de la cultura material, e incluso podría cambiar la dinámica de los rituales, o al menos su ejecución. Asimismo la aparición como en el maipez de Agaete de elementos foráneos a dicho paisaje nos puede ofrecer una explicación de lo que representa el yacimiento.
Así, “estos espacios pudieron ser más o menos receptivos a su realización [pinturas y grabados rupestres], independientemente de las técnicas y artefactos empleados en su configuración”; claro está el peso del entorno.
La aparición, por ejemplo, de grabados sobre coladas volcánicas de diversa extensión, en los márgenes de barrancos, la presencia de soportes basálticos… Todo ello debe ser tenido en cuenta a la hora de entender los rituales. El uso de soportes específicos insertos en un marco concreto del paisaje insular tiene especial importancia en el arte rupestre, en lo que representa.  
Claro ejemplo de todo ello es la aparición de 3 piedras con rebaje natural, las cuales se colocaron bajo grietas de donde goteaba agua, en la Cueva del Agua, en el Hierro. Tanto este hecho como la toponimia nos hablan de una de las funciones de la cueva. Los grabados presentes en la cueva (fundamentalmente en el lado izquierdo durante 5 metros) deben relacionarse con dicha actividad a la hora de interpretarse; y con la dificultad del paisaje circundante para conseguir agua con ambos elementos.
Es decir, la presencia de agua en un entorno difícil de conseguirlo así como la importancia de su localización para actividades ganaderas quizás nos permita entender como dicho espacio adquirió un carácter ritual, dada su importancia socioeconómica. Y esto nos lleva directamente al siguiente punto.

En base a un principio pragmático.
Para entender el paisaje en relación con elementos tan abstractos debemos entender, en primer lugar, cómo subsistían estas poblaciones en base a su paisaje. ¿Acaso no está en relación una isla con recursos reducidos la continua reutilización del espacio, en los enterramientos, por ejemplo?
De igual modo, para entender la posición de los almogarenes en posiciones altas o de difícil acceso, debemos entender elementos como la defensa (vinculados con determinadas zonas amuralladas a su vez), o a la importancia de enclaves para la ganadería trashumante norte-sur, o a la obtención de determinados recursos que se pueden obtener en esas localizaciones. Los enterramientos en cuevas zonas escarpadas tienen especial relevancia para la protección de los cuerpos del carroñeo animal.
De igual modo, los enterramientos al aire libre en Gran Canaria son por lo general en zonas cercanas a la costa o al cauce de los barrancos abiertos. ¿No estará ello relacionado con la capital importancia del agua en las islas? Las necrópolis ubicadas en campos de Lava o Malpaíses, ¿No habría que relacionarlos con la esterilidad de esas zonas, con el no poblamiento de esas localizaciones, con la contrapartida de las poblaciones situadas en las zonas fértiles?
No quiero decir con esto que deban buscarse necesariamente motivos “pragmáticos” (como diría Marvin Harris), o relacionados con la economía, sino que tanto la producción, la subsistencia y las relaciones sociales deben tenerse siempre en un primer plano sobre el que trabajar el ritualismo.
En definitiva, para entender la dicotomía rito-paisaje, debemos entender al paisaje inscrito en dos espacios mayores (la tradición africana y la inserción en el espacio insular), la relación con elementos indirectos (como los astros, la lluvia, el clima), y la situación concreta de cada elemento ritual con su paisaje circundante. Para obtener una interpretación, debemos establecer como base el modo de vida el cual está, indisolublemente, unido al paisaje canario.

Bibliografía
BERNAL SANTANA, José María; Peña Atoche, Pablo. Rituales funerarios en la protohistoria de Gran Canaria (Islas Canarias) P. Atoche, C. Rodríguez & Mª. A. Ramírez (eds.), 2008 En Mummies and Science: World Mummies Research. URL: http://www.personales.ulpgc.es/patoche.dch/pdf/GRAN%20CANARIA%20FUNERARIA.VI%20CMESM.pdf
MARTÍN RODRÍGUEZ, Ernesto. El hombre y el agua en las Canarias preeuropeas. La palma como Paradigma. En La cultura del agua en la Palma, Págs. 113-124. La Laguna 2007. 
TEJERA GASPAR, Antonio; BALBÍN BEHRMANN, Rodrigo de. Los grabados rupestres de la Cueva del Agua. El Hierro, Las Islas Canrias. En USAl (web) Pág. 7. URL: http://campus.usal.es/~revistas_trabajo/index.php/0514-7336/article/viewFile/388/563
TEJERA GASPAR, Antonio; JIMÉNEZ GONZÁLEZ, José Juan. Ritos de fecundación en la prehistoria de Gran Canaria. En  Zephyrus: Revista de prehistoria y arqueología, Nº 43, 1990págs. 209-213. Pág. 210-211. URL: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3196107&orden=251204&info=link



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