Existe un claro vínculo entre la
geografía, el poblamiento y la economía. Sobre estas bases se desarrollarán
vínculos sociales, ideológicos y culturales, que están indisolublemente unidos
al paisaje, que se puede definir en este caso como el medio para la vida de las
sociedades.
Si esto es así, en un lugar con
un paisaje especialmente característico,
con un clima y orografía muy propios, más indisolubles serán esos vínculos de
lo ritual con el paisaje. Tal es una de las características de la historia de
canarias.
El macro espacio
En primer lugar, debemos
relacionar el ritualismo canario con el africano. Si bien es cierto que la
expansión del islam ha borrado muchos elementos culturales del África más
cercana, encontramos muchos paralelismos, desde el Sáhara hasta Etiopía: Los
Grabados del barranco de Balos presentan similitudes con la de los santuarios
naturalistas de la fecundidad femenina de la Cabilia bereber. La misma
epigrafía líbico-bereber, o (si tuviéramos un buen contexto arqueológico) los
idolillos que pueden relacionarse con otros ámbitos culturales bastante
parecidos.
Esto quiere decir que al menos en
un primer momento, la vinculación de los elementos culturales en el paisaje
canario debiera hacerse sobre la base de la existencia en la memoria cultural
de esos pueblos de un paisaje anterior, el africano, que conlleva una forma
distinta de relacionarse con el paisaje, así como una distinta explotación de
los recursos. Gaspar y González por ejemplo interpretan el Roque Bentaiga como
un símbolo fálico o un rostro; quizás debamos plantearnos en primer lugar el
choque de una población que tuviera un precedente cultural, siendo sociedades
vinculadas a la zona del Atlas, por ejemplo.
De igual modo, no se puede
reducir el paisaje a los elementos orográficos, pues estos están inscritos en
un clima, además de en otros elementos de distinto signo, como el sol y la luna
(representado hasta la saciedad en infinidad de culturas agrícolas-ganaderas).
Así, se interrelacionan geografía, clima, paisajes canarios y africanos, amén
de muchos elementos, comunes o no. Así,
Tejera Gaspar relaciona el Roque Bentaiga con el círculo lunar, y en palabras
de Ernesto Martín “Cuando la variabilidad atmosférica comporta cambios
negativos en la secuencia climática anual y estos afectan directamente al
poblamiento humano y a sus estrategias productivas, se genera un sentimiento de
impotencia que se canaliza hacia la religión y la magia, en busca de soluciones
sobrenaturales a problemas sobre los que no se tiene ningún control.” La
relación se muestra entonces clara.
Asimismo, la inserción de los
yacimientos en un contexto más amplio puede ofrecernos interesantes hipótesis.
Siguiendo a dichos autores, “en el Bentaiga parecen concurrir una serie de
características morfológicas y geográficas que lo distinguen entre otras cosas,
por encontrarse en la zona central de la isla-que puede coincidir con el axis mundi en la cosmogonía de los
canarios-” Si bien arriesgada, es una hipótesis válida al alcance del estudio
del paisaje en relación con los ritos.
El micro espacio: los materiales, la disposición.
El contexto particular del yacimiento
es fundamental para entenderlo. De igual modo, la disponibilidad de recursos vinculado
a él determina en muchos la apariencia y utilidad de la cultura material, e
incluso podría cambiar la dinámica de los rituales, o al menos su ejecución. Asimismo
la aparición como en el maipez de Agaete de elementos foráneos a dicho paisaje
nos puede ofrecer una explicación de lo que representa el yacimiento.
Así, “estos espacios pudieron ser
más o menos receptivos a su realización [pinturas y grabados rupestres],
independientemente de las técnicas y artefactos empleados en su configuración”;
claro está el peso del entorno.
La aparición, por ejemplo, de
grabados sobre coladas volcánicas de diversa extensión, en los márgenes de
barrancos, la presencia de soportes basálticos… Todo ello debe ser tenido en
cuenta a la hora de entender los rituales. El uso de soportes específicos
insertos en un marco concreto del paisaje insular tiene especial importancia en
el arte rupestre, en lo que representa.
Claro ejemplo de todo ello es la
aparición de 3 piedras con rebaje natural, las cuales se colocaron bajo grietas
de donde goteaba agua, en la Cueva del Agua, en el Hierro. Tanto este hecho
como la toponimia nos hablan de una de las funciones de la cueva. Los grabados
presentes en la cueva (fundamentalmente en el lado izquierdo durante 5 metros)
deben relacionarse con dicha actividad a la hora de interpretarse; y con la
dificultad del paisaje circundante para conseguir agua con ambos elementos.
Es decir, la presencia de agua en
un entorno difícil de conseguirlo así como la importancia de su localización
para actividades ganaderas quizás nos permita entender como dicho espacio
adquirió un carácter ritual, dada su importancia socioeconómica. Y esto nos
lleva directamente al siguiente punto.
En base a un principio pragmático.
Para entender el paisaje en
relación con elementos tan abstractos debemos entender, en primer lugar, cómo
subsistían estas poblaciones en base a su paisaje. ¿Acaso no está en relación
una isla con recursos reducidos la continua reutilización del espacio, en los
enterramientos, por ejemplo?
De igual modo, para entender la
posición de los almogarenes en posiciones altas o de difícil acceso, debemos
entender elementos como la defensa (vinculados con determinadas zonas
amuralladas a su vez), o a la importancia de enclaves para la ganadería trashumante
norte-sur, o a la obtención de determinados recursos que se pueden obtener en
esas localizaciones. Los enterramientos en cuevas zonas escarpadas tienen
especial relevancia para la protección de los cuerpos del carroñeo animal.
De igual modo, los enterramientos
al aire libre en Gran Canaria son por lo general en zonas cercanas a la costa o
al cauce de los barrancos abiertos. ¿No estará ello relacionado con la capital
importancia del agua en las islas? Las necrópolis ubicadas en campos de Lava o
Malpaíses, ¿No habría que relacionarlos con la esterilidad de esas zonas, con
el no poblamiento de esas localizaciones, con la contrapartida de las
poblaciones situadas en las zonas fértiles?
No quiero decir con esto que
deban buscarse necesariamente motivos “pragmáticos” (como diría Marvin Harris),
o relacionados con la economía, sino que tanto la producción, la subsistencia y
las relaciones sociales deben tenerse siempre en un primer plano sobre el que
trabajar el ritualismo.
En definitiva, para entender la
dicotomía rito-paisaje, debemos entender al paisaje inscrito en dos espacios
mayores (la tradición africana y la inserción en el espacio insular), la
relación con elementos indirectos (como los astros, la lluvia, el clima), y la
situación concreta de cada elemento ritual con su paisaje circundante. Para
obtener una interpretación, debemos establecer como base el modo de vida el
cual está, indisolublemente, unido al paisaje canario.
Bibliografía
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